Vistas de página en total

jueves, 30 de enero de 2014

EL VERDUGO DE NOLT

Desde que el mundo es mundo, en Nolt el verdugo no había tenido que trabajar, se limitaba a cobrar su salario todos los meses y a saludar con todo cariño a todos los ciudadanos (y posibles clientes) Bertón se llamaba el hombre, sus grandes manos en un cuerpo tan pequeño, hacían pensar que el hombre, procuraba mantener en forma sus herramientas de trabajo. Como todo el mundo sabe, en este pequeño país, las cosas casi siempre andan un poco revueltas y aunque el pueblo no es partidario de mover jaleo, cada fin de las rebajas y al ver los nuevos precios, salían a la calle bastante indignados y dispuestos a hacer "algo" aquel año, el vocero público, se había pasado tres pueblos. Se había metido a contar cuentos y mentiras que no vienen a cuento. A alguien desde lo más alto, no le pareció bien que este calientaorejas, contara cosas que todos sabían que eran burdas mentiras...que si estos cobran más de la cuenta...que si aquellos otros se llevan el dinero que debía de ser para...que si esta no puede subir la cuesta de Enero si no es en coche... en fin, sólo cuatro tonterías que a nadie afectaban, pero que todos leían. Aquella mañana, se produjo el clamor...¡a P.J. lo han tirado a la calle! ¡a P.J. lo han tirado a la calle!. La gente, no comprende que el tiempo pasa y habían pasado veinticinco años y que el hombre, tenía necesidad de retirarse a vivir al campo con su santa y coloreada esposa. Desde el palco presidencial, sonaron clarines y timbales, la hora de la verdad había llegado. Bertón el verdugo, preparó sus enseres de trabajo y aunque estaba un poco desentrenado pensó...no tengo más remedio, más cornás da el hambre y antes de que el maestro en el centro de la plaza, se dirigiera a matar, allá se fue el buen Bertón dispuesto a descabellar (por no quedarle más remedio,) pero el público exigente, al verlo se puso en pié y la plaza fue un clamor. Abuchearon al pobre Bertón y hasta pidieron su oreja, el miró a la presidencia pidiendo instrucciones, pero el presidente ciego al deseo del respetable, siguió con su pulgar apuntando al cielo...padre nuestro que estás en los cielos...el trueno fue espantoso, todos pensamos que había sido un atentado terrorista, pero cuando el humo dejó ver la arena de la plaza, el pobre Bertón apareció fulminado por un rayo salido del Olimpo, sin saber quien lo mandaba, ni de qué rincón salía, todos cayeron de rodillas, dieron gracias a los Dioses y mirando hacia el palco, pidieron su oreja.pepaherrero. P.S.En la crónica, no se dijo la oreja de quién. Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario