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miércoles, 8 de mayo de 2013

IGUALES ANTE EL MUNDO

Cuando en el reino de Nolt se conoció la noticia, todos los rostros mostraron su mejor sonrisa, la justicia había hablado y había puesto a cada uno en su sitio. Desde mí última vez que hablé del reino de Nolt, todo había cambiado. El rey Palito, había abdicado y lo sucedió el príncipe Ilusión y si bien su reinado no fue el mejor de todos, al menos, hubo algo menos de corrupción en su gobierno, hizo más respirable el ambiente, si bien para salir a la calle, seguía siendo imprescindible la máscara anti-gas. Después de varios intentos de cambio político (seguían mandando los mismos) después de mandar de vacaciones a la prisión del estado a varios de los “conseguidores oficiales” parecía que el país tomaba otro rumbo, ya el paro había bajado hasta la miserable cifra de tan solo seis millones y medio de parados y con mucho sacrificio por parte de los políticos y sus consortes, se había llegado a reducir a veintisiete las administraciones gubernamentales. Era tanto el clima de alegría, que desde el congreso hasta el senado, pasando por todas las consejerías, estaban seguros que ya podrían volver a subir los impuestos y empezar tiempos mejores. Es indiscutible que los tiempos han cambiado, los primeros gobernantes con estudios de la cosa, ya han salido de la universidad y los mecánicos de coches, también estudian sus carreras. Cuando llevé a arreglar mí coche pequeño pero moderno, le había creado un gran problema a mí mecánico de siempre, subió el susodicho vehículo al elevador y empezó a quitarle piezas, doce horas al día de trabajo y muy buena voluntad, no eran suficientes para que yo dejara de pensar, que me hubiese resultado más barato, comprar un coche nuevo. Pero dio la casualidad que el hijo de mí mecánico de toda la vida, llegó de vacaciones y puso su mejor voluntad en ayudar a su padre. Bajó el coche del elevador y levantó el capó, sacó el filtro del aire y desconectó un manguito, después de cinco minutos de trabajo, el coche runruneaba dulcemente. Me recordó a aquel político, que por no saber lo que tenía que hacer y con su mejor voluntad, llevó al país a la ruina por tanto subir los impuestos para acabar con el déficit. Mientras tanto, el rey Capullo II, padre de la princesa Margarita, había conseguido que la justicia absolviera a su hija del delito de circular sin carnet de conducir, cosa que ella no sabía que era preceptivo, para poder circular por las calles de Nolt. El pueblo se dio cuenta, que por algo parecido, era encerrado, vilipendiado y masacrado y le pidió al poder judicial, que para que el pueblo lo respetara, él se hiciera respetar. Termino esta historia ocurrida hace muchos años en el país de Nolt y pienso que la moraleja sería ¿todos iguales? ¿Ante quién? pepaherrero

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