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lunes, 21 de enero de 2013

Mis no queridos gobernantes y otras autoridades, porque ya voy siendo mayor y de cara al mundo, me siento responsable de todo lo malo que he hecho, quiero hacer pública y voluntaria esta confesión y a ver si ustedes toman ejemplo y confiesan sus escondidas fechorías y el que esté limpio de culpa, que lance la primera piedra. Desde que era niño, dentro de mí, ha estado metida la semilla del mal, a la edad de cinco años, ya formaba parte de aquella famosa banda, terror de los campos tanto de Elda, como de Petrel (por aquel entonces) hoy Petrer???. No había campo de albaricoques verdes, a los que no hubiéramos hecho alguna incursión y confieso, que no sólo lo hicimos por hambre (de la de entonces) a veces, los llevábamos a la escuela y con ellos trapicheábamos, llegando a cambiar tres albaricoques verdes, por una pastilla de chocolate, (que a la vez, los otros delincuentes, habían hecho volar de la alacena de sus madres, lo cual no nos producía ni pizca de remordimientos y eso que éramos conscientes de lo duro que era encontrar chocolate de estraperlo, ya que de ración, no se encontraba). Fue pasando el tiempo y mis malos instintos, se fueron agrandando, a veces ya cumplidos los siete, la banda en pleno, nos dedicábamos a poner desde lo alto de una ventana, hasta el bordillo de las aceras, la trampa del agua. Esta trampa, consistía en que cuando iba a pasar el agente de la autoridad (el Barrilico, personaje muy querido y respetado por las antiguas generaciones) atábamos un bote de agua con un hilo, el cual poníamos tenso por una piedra, en el bordillo de la acera. Cuando pasaba el agente de la autoridad, se llevaba el correspondiente remojón, mientras los malvados corríamos al amparo de la incipiente oscuridad. Así fue transcurriendo el tiempo, los años, nos hacían más viejos, pero a la vez, más pellejos. Al cumplir los nueve años, se fue desestructurando la banda, unos componentes, cayeron ante las fuerzas de la ley, pero otros nuevos miembros, fueron llegando, aquello parecía la asociación de artistas alicantinos, cada vez, tenía más gente. Pero los nuevos dirigentes, no se conformaron con la venganza tomada en “el Barrilico”. Además, el hombre se hacía viejo y ya no nos hacían reír sus cabreos, ahora, mejor organizados y provistos de armas de tiro raso (tiradores de goma) era muccchiiisiiiimo más divertido romper farolas, cosa que hacíamos como verdadero deporte. Por qué mí mujer dice que ya tengo lleno el espacio de hoy, tendré que acortar esta confesión. Antes de los diez y ocho años y valiéndome de alguna treta de la que no me acuerdo, tuve carnet para conducir coche, aquello fue él no va más. Direcciones prohibidas, aparcamientos encima de las aceras, aparcamiento en el retranqueo de la fundación Paurides y otros mil pecados, no confesados por falta de espacio. Mientras tanto y para poner coto a mis desmanes, las pobres autoridades, tenían que conformarse con las multas. Y con los dineros de las multas, compraban artilugios para poner más multas, compraron grúas, cámaras fotográficas, radares, los agentes los pagaron por miles, nuestro terreno fue mermando, hubo momento, en que las fuerzas, estaban al cincuenta por ciento, hoy que se han seguido reforzando las fuerzas del orden, reconozco que nos han ganado la partida. Desechas las bandas juveniles, cargados de años y multados y humillados por las multas mentirosas de los agentes al servicio de los corruptos, hago esta confesión, con el único fin de ser enviado a prisión por mis crímenes y ver si así, consigo un sueldo del que poder dar de comer a mí familia.Para la Ley, todos los ciudadanos, somos los delincuentes. Y aunque aquí y ahora debería poner el pepaherrero, hoy me deja el honor de decir Walfrido Erades Durá

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