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lunes, 12 de noviembre de 2012

UN PASEO POR SIERRA MARIOLA

Cuando el Sara Picasso entró en la carretera, aunque la verdad, era la primera vez que lo hacía, no extrañó el paisaje, antes habían sido otros muchos los coches, que nos llevaron a hacerlo, siempre la sensación fue la misma, pequeñez, amor y respeto a la naturaleza. Mira por donde pisas, por qué el suelo es una alfombra y la puedes estropear, sus pequeñas flores y sus pequeños moradores, te reciben cantando, para que sepas que has entrado en el mundo de Mariola. Entre la hoya de Alcoy, el condado de Cocentaina y el valle de Albaida. En las estribaciones de las cordilleras Beticas, teniendo como techo el Montcabrer con sus mil trescientos noventa metros y otras cimas por encima de los mil metros, nos dejó la naturaleza, este palacio de belleza, tanto de fauna como de flora. Cuando en aquel sendero vimos a aquella pobre perdiz, arrastrando el ala y cojeando manifiestamente, nos llenó de pena su dolor, mi cuñado, bajó del coche y detrás mí marido, los dos persiguieron al pequeño animal, con animo de ayudarlo, pero después de andar un buen trecho, la perdiz, que ya consideró que su nido con sus pequeños perdigones, ya estaban a salvo, remontó el vuelo, sin siquiera agradecer la buena voluntad de sus dos salvadores…ingrata… A per floretes…!sí!...a per floretes…!no!...a per floretes…Sierra de Mariola…allí puedes hablar con todos sus habitantes, el Tejo, el Romero, el Té de roca, la manzanilla…¿pero como en tan poco espacio de tiempo, intento contar la vida de todos sus ocupantes? Me tendría que dejar sin nombrar a tantos y tantos seres imprescindibles, para poder hacer ver algo de su hermosura, que con uno sólo que no dijera, no podría cantar su belleza, allí la lagartija ibérica, o el lagarto ocelado, tal vez la culebra viperina o la víbora hocicuda, el conejo, o el zorro que lo espera, el jabalí y el tejón. Y si miras hacia arriba, verás al mochuelo, al cárabo, la lechuza o el buitre leonado, te perderás por aquellas trochas y si alguien te guía, podrás llegar a los neveros, como cava arquejada, a mil doscientos metros de altura, sobre el nivel del mar, desde allí salía el hielo para los refrescos de nuestros abuelos, o para refrescar la herveta que todavía se puede encontrar en los bares de la zona y que tiene fama de ayudar a las buenas digestiones. En sus bosques de pinos y carrascas, hemos visto grandes zonas con unas setas grandes y blancas, a las que no nos hemos podido resistir y a las que año tras año hemos vuelto a admirar y a fotografiar, nunca se nos ocurriría tocar una de ellas, no sea que nos vaya a ocurrir como con aquella perdiz y metamos la mano donde no debemos, luego cuando ya la tarde va cayendo y se va haciendo la hora, poco a poco, hacemos el viaje de vuelta hasta donde dejamos aparcado el coche y aspirando los suaves perfumes de los habitantes de Sierra Mariola, despacio y con pena, regresamos hasta Alcoy y desde allí a alicante, sin parar de decir lo maravilloso que es poderse perder un día en aquellos frondosos parajes. pepaherrero

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