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lunes, 1 de octubre de 2012

FÁBULA DE LA MOSCA

Aquella mosca vieja e impertinente, siempre le contaba la misma historia a quien no tenía más remedio que escucharla, la verdad es que la gente es buena y tal vez por caridad…bueno: contaba la mosca, que en los tiempos de Mary Castaña. Cuando andando (o volando) por los caminos, se tropezaba con los tanques de la guerra, con las hadas del bosque, o de que sé yo de qué personaje, solían hacer juntos un buen trecho del camino, a todos les contaba sus historias y a todas las ropas se acercaba, de ellas libaba, y en todas, dejaba su lunar marca de la casa. Aconteció que en el palacio del reino, el rey había convocado una semana de fiestas, para celebrar su matrimonio, con la princesa Azahara, nuestra amiga volandera, como ya os podréis suponer, había visto nacer a tan insigne princesa, y hasta había hecho compañía a la reina madre, a la hora de cambiarle los pañales a la linda princesita, contaba la mosca, que pese a todo, la princesa, no era tan perfecta, a ella no le gustaba contar nada de las cosas del palacio, pero, si ella hablara… Hasta el palacio llegó, nuestra admirada mosca, para el evento, se vistió con sus mejores galas, por allí, por donde iba, iba luciendo su vestido hecho para tan gran ocasión, por sobre el negro del fondo, resaltaba el verde luminiscente, que hacía mucho más armónica su belleza, todos recibieron la visita de la mosca. Hasta los que sus majestades no saludaron, no les faltó el saludo de la atenta mosca, algunos, llegaron a pensar, que se trataba de una mosca cohónera, pero después de muchos estudios, los más eruditos, llegaron a la conclusión de que repasados los manuales de entomología mosquera, aquella simplemente era una mosca vulgar y corriente. No se puede decir aquello de las bodas de Camacho, tampoco se estiró el rey, (quizás por aquello de la crisis). Yo, no soy nadie para comparar a quien, con quien. De hecho, ni siquiera fui invitada, pero tampoco debió de estar tan mal la cosa, a mí paisano Torreblanca, le llovieron los encargos. Dulces, pasteles y pequeños bocaditos de mil delicias, salieron de su fábrica de ensueños, la furgoneta grande y negra, salió varias veces cargada hasta los bordes. Al final y como corresponde en boda que se aprecie, la gran tarta nupcial, fue cortada por la espada del rey. Todos comieron con alegría y con ganas, poco a poco, hasta el pastel de rica miel, más de mil moscas acudieron, que por golosas murieron, presas de patas en él. Al parecer nuestra amiga la mosca cohónera, no pudo escapar de su destino. Al salir a tirar los criados los restos de la comida, todos los que estábamos esperando recibir las sobras, vimos a la pobre mosca, todavía con su conjunto negro y verde, dando los últimos movimientos con sus patas R.I.P. pepaherrero

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