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domingo, 23 de septiembre de 2012

LUCES DE LA CIUDAD

Cuando salieron de aquel local, ya era casi de día, esperaron a que el taxi llegara, pero después de estar esperando mucho tiempo, optaron por ir andando. Marián había conocido a Cristian, en aquel pub irlandés, desde entonces muchas noches se habían encontrado y su relación, se iba consolidando. Caminaron, vieron a las brigadas de la limpieza, encender con sus mangueras los espejos del suelo, en ellos se reflejaban las luces de la ciudad, en ellos, todos los colores del arco iris destellaban en el baile del amanecer. Terencio y León, eran dos asaltacorrales profesionales, allí donde podían afanar unos Euros, allí que se metían. A veces, comentaban entre ellos, lo injusto de la vida “quillo” si a nosotros nos tenían que dar una medalla, trabajamos más y hacemos más horas, que los de la “funerala” ¡ay! Si los españoles aprendieran de nosotros. Las calles de la gran ciudad, se les hacían pequeñas, a veces andando, a veces en vehículo ajeno, pasaban las noches patrullando su zona, sólo era cuestión de no coincidir con los “maderos” por lo demás, se sabían los dueños de la noche. Pitu y Salva, eran compañeros desde el día que entraron en la academia, parecía que el destino, los hubiera juntado para siempre. Pitu acababa de terminar las vacaciones que todavía no había disfrutado, se quejaba de que le habían sabido a poco, aunque tenía ganas de regresar, para poder ver a su Juana. Vieron las luces de aquel coche, la maniobra les pareció un tanto arriesgada y decidieron ver de qué se trataba y encendieron las luces del pirulo, sonó la sirena y tuvieron que pisar a fondo el acelerador, el conductor de aquel coche, o tenía prisa por llegar a su casa, o estaba borracho, o no tenía ganas de hablar con “la poli”. Recorrieron varios barrios detrás de los facinerosos, vieron hacer maniobras de escape, cercanas al desastre, al parecer, no les dolía el dinero que el coche pudiera costar. La policía es lista y llegaron a la conclusión de que el coche era robado. En una loca persecución, llegaron hasta el polígono donde antes había habido industrias, hoy absorbidas por varias súper o macro discotecas. Nada más entrar en el polígono, dos personas fueron atropelladas por los mal hechores, los policías se detuvieron para asistir a los heridos, pidieron refuerzos a la sala de la policía y llamaron a las ambulancias. La doctora Nerea Blanco, había terminado su turno, pero no tuvo más remedio que volver a subir a la ambulancia y con todas las luces de emergencia, ir en busca del tercer peligro de la noche, cuando llegaron a medio kilometro de la entrada del polígono, un coche ardía, al parecer había sufrido un accidente y al parecer, ninguno de sus ocupantes se habían salvado. Después de ver aquel panorama, llegaron hasta el polígono, las luces del coche de la policía, señalaban el sitio donde se había producido el atropello, gracias a Dios, la cosa no fue tan grave como parecía, después de curadas sus heridas, la pareja se casó y pensaron que si unos locos no les habían podido separar, seguirían juntos para siempre. A la noche siguiente, fuimos a tomar café mí marido y yo al the place y mientras Pitu esperaba a Juana, nos contó toda la historia. pepaherrero

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