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lunes, 25 de junio de 2012

CUENTO A LA LUZ DE LES FOGUERES

Cuando vio a su madre, Marieta, fue a buscarla hasta la cocina y con voz compungida y a punto de llorar, le pidió: ¡madre! Quiero ir a ver las hogueras y a buscarme un novio en Alicante, la madre la miró con ojos incrédulos, pero al fijarse, se dio cuenta de que quien aquello le pedía, no era su pequeña Marieta, era una mujer que si no había hecho otra cosa en toda su vida, que cuidar del ganado y trabajar la tierra, la misma vida, al igual que a las cosechas, había puesto en sazón. La madre dejó su trabajo en la cocina y sin decir palabra, se fue a su cuarto, donde los pocos muebles que habían, ya casi no se aguantaban de pie. En el viejo baúl, los viejos recuerdos, fueron saliendo al paso que la mujer iba buscando algo, aquel vestido de su boda…sólo duró dos años…maldita guerra…cuando ya casi llegaba al fondo, encontró lo que buscaba y con todo su cariño, se lo llevó a su sorprendida hija…mare…no digues res…las lágrimas asomaron a los ojos de Marieta, la última vez que su madre había sacado aquel vestido del baúl fue…pero mejor no pensar en aquello. La madre, le había hecho sus encargos, la tartana del tío Roque, como todos los días pasaría a las once y a la hora de la comida, Marieta, podía estar en casa de Pura y Pura, siempre tenía un plato de comida para toda su familia, la tartana venía por el camino de la playa, el paso de la mula era más alegre que otras veces, al parecer, el tío Roque, hoy llevaba prisa, Marieta salió corriendo de la casa, en la mano el conejo con las patas atadas como si de un delincuente se tratara. Y los huevos para Pura en la cesta, dos docenas para Pura y las otras dos, para la tienda de Pepica, los dineros que le diera, eran los que podría necesitar para pasar dos días. Cuando la tartana llegó a la viña de Marieta, no la conducía el tío Roque, en ella iba muy ufano Pelegrín, el sobrino del tío Roque, a quien no extrañó nada ver a Marieta esperando, desde la Condomina hasta Alicante, el paseo andando se llevaba casi tres horas, con la tartana se hacía en menos de dos y al llevar el toldo, no se pasaba tanto calor como andando, Marieta subió a la tartana, si bien al principio con un poco de reparo, pero conocía a Pelegrín desde que eran niños y aunque sabía que era un poco atrevido, con ella siempre se había comportado bien. Al cruzar la rambla de la Albufereta, paró Pelegrín a llenar el pellejo de agua, para dar de beber a la mula y para beber ellos. ¿Te apetece darte un baño, Marieta? Marieta estaba deseando llegar a casa de su tía Pura, el calor era agobiante y no se encontraba a gusto del todo, las miradas de Pelegrín, cada vez eran más atrevidas y Marieta no quería darle pie, para que no pudiera pensar…FIN 1ª PARTE DE 2

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