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viernes, 27 de abril de 2012

EL EXPOLIO EN EL REINO DE NOLT

Cuando Domenikos Theotokopoulos alias “el Greco” allá por el año mil quinientos setenta y siete, nada más llegar de Italia, al llegar al reino de Nolt, le entraron ganas de coger los pinceles, después de haber cogido los cuatrocientos reales que a cuenta le dio el Cabildo y sólo se le ocurrió pintar “El Expolio”, en él quiso enseñar como en la pasión y muerte de Cristo las fuerzas del orden, aprovecharon el viaje y despojaron de sus vestimentas al más pobre de todos los hombres. Luego, pasó una corta temporada hasta el año mil novecientos sesenta y nueve, el hundimiento de un comedor y la muerte de cincuenta y seis personas, hicieron tristemente famoso a un tal Jesús Gil y Gil años después conocido como “el Expoliador de Marbella” aunque si hubiera vivido hoy en día, le hubieran hecho un monumento a la honradez, pues aunque en su día estafó al pueblo la miserable cantidad de cuatro mil cuatrocientos cuarenta y dos millones de los de antes (no se asusten, hoy sólo serían veintiséis millones de nuestros europeos Euros) cantidad miserable en comparación a lo que hoy nos tienen acostumbrados nuestros querido políticos y otros reales conocidos. Era el pueblo de Nolt, un pueblo trabajador, donde todos querían trabajar y hasta emigraban desde una región a otra, en busca de un curro con el que poder sacar adelante a la familia. Y sonaban las sirenas y los hombres y las mujeres, con la sonrisa en la boca, entraban a ganar su sustento en las fabricas y estaban orgullosos de pertenecer a una casta trabajadora, que ganaba el pan, con el sudor de su frente. Pero la raíz de una nueva casta había crecido en nuestros campos (incluidos los de futbol) y todo era bueno para hacer fortuna. Se inventó una historia llamada “paro” y fue más rentable estar “parado” que tener que trabajar. Y cuentan las malas hierbas, que también los sindicalistas, supieron hacer su agosto en aquel ir y venir y algunos de ellos sin oficio ni beneficio, llegaron a subirse a las mesas para pedir “el cuello” de los empresarios (a mí la carne de cuello, nunca me ha gustado, pero para gustos…), en fin aquellos vientos, trajeron estas tempestades y como hasta aquí no se ha inventado nada contra las grandes codicias, ni contra los grandes codiciosos, como hasta ahora todos pueden llegar muy lejos, aun rompiendo las sendas de los elefantes, a costa de los que tenemos que estar callados, se puede subir la sanidad (y hasta hacerla desaparecer) que cuando ellos la necesitan, pronto la encuentran. La educación, quien la quiera, que la pague, quien quiera disfrutar del coche, ese también tendrá que pagarlo a precio de oro, otros nos veremos obligados a malvender nuestros inútiles cacharros por qué ya nadie se podrá permitir el lujo. Y seguirán subiendo los impuestos…y seguirá bajando el consumo y ellos serán más ricos y las colas a las puertas de las O.N.G. serán más largas y en su afán de recaudación, no se darán cuenta de que cada día tienen menos sitios de donde sacar, para pagarse sus sueldos y al final se darán cuenta que en su afán por expoliar, se han quedado sin pan y sin perro. pepaherrero

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