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viernes, 6 de abril de 2012

EL BARCO Y LA NOCHE

Eran cinco amigos y los cinco eran pescadores, cuando se juntaban a contarse historias, Miguel era siempre el más mentiroso de los cinco y por eso sus compañeros era a quien escuchaban con más gusto, contaba tantas mentiras, que cuando iba de vuelta hacia su casa, se iba repitiendo las historias que había contado y el mismo, se las iba creyendo. Hoy ha batido su propio record, se ha lucido y ha embobado a sus cuatro amigos, aunque Tomás creo que se ha quedado dudando un poco. “Si no lo veo, no lo creo” pero tampoco ha hecho mucha fuerza en su duda. Al despedirse de Miguel, los cuatro amigos como siempre, comentaban las historias que Miguel se inventaba y aquel día decidieron darle una buena lección. Theo, Blas y Manolo, eran vecinos de barrio y allí en San Gabriel, quien no era marinero es que no era del barrio, así que fueron los tres a hablar con “el tio Sisco.” Cuando el tio Sisco tenía ocho años, ya se embarcaba en la pequeña barca de madera de su abuelo y con la vela latina y con mucha suerte, llegaban hasta Larache donde la pesca era tan abundante que al regreso, siempre temían que el agua entrara por la borda. A veces el temporal conseguía poner en peligro a los valientes marineros, todos conocían sus obligaciones y las cumplían a rajatabla. Dos veces estuvieron a punto de naufragar y otra vez, su padre lo ató al palo, para evitar que fuera lanzado a la mar por la fuerza del viento y del agua. “Gaviota” era el nombre de a barca en la que Sisco navegó durante toda su vida, ahora reposaba en silencio en la parte trasera de la casa, debajo del cubierto que había construido su hijo por allá por los años noventa. Martín el hijo de Sisco, también sabía lo que era hacerse a la mar, también empezó a navegar siendo muy joven, pero quiso la diosa fortuna que aquel día en que se tuvo que quedar en tierra, debido a una inoportuna neumonía, al salir del hospital, ya con el alta en la mano, al pasar por la administración de loterías de La Manchega en el mismo centro de Alicante, se le ocurrió gastarse las perras que le habían quedado en “la primitiva” con el resultado de que hoy es un hombre acomodado y titular de una importante empresa de pescados congelados. Manolo, fue el encargado de darle la noticia a Miguel y desde su propia casa le hizo la llamada “Michel” tenemos una barca para ir a pescar el domingo y hemos pensado que como tú eres el más avezado marinero de los cinco que somos…el dueño de la barca es un señorito que no tiene ni idea, la barca es de su padre de cuando era joven, pero está en buen estado…y como tú eres veterano, pues eso, que no tendremos problemas…si, si él viene con nosotros, dice que le gustaría saber si es tan duro, como su padre le contaba. Allí en la pequeña playita “Gaviota” movía grácil su cuerpo al arrullo de las olas, los hombres esperaban a su amigo y Miguel sin saber por qué, sentía en su estomago ciertos retortijones, que no hacían presagiar nada bueno. La travesía fue muy dura, las olas, llegaban hasta…y Miguel allá en la popa, daba de comer a los peces con una vomitona de la que tardó más de siete días en recuperarse, esa fue la última vez que salió de pesca y cuando los amigos le hablaban de comprar aquella barquita entre los cinco, se empeñó en contestarles que él era marinero de tierra y que el pescado más sano y más bueno, se encontraba en el caladero del mercado central y desde entonces, no volvió de pesca ni a los doce puentes…cobarde. pepaherrero

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