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miércoles, 9 de noviembre de 2011

FRESAS SALVAJES

En los campos de Huelva, los barracones donde se tienen que alojar las trabajadoras, están preparados. El autobús iba lleno y las mujeres jóvenes al pasar nuestras fronteras veían la vida de otra manera, con sus contratos de trabajo en el bolsillo y la felicidad de estar solas y en tierra extraña, conseguía que sus jóvenes corazones latieran desbocados, con gran ansia por sobre lo que el futuro, les iba a deparar, las mayores pensaban en lo que al regreso a su país podrían hacer con el dinero ganado y las más jóvenes, siempre con sus sueños por delante, pensaban que aquí podrían encontrar su príncipe azul y que este sería (o podría ser ) el principio de una nueva vida. Mariachel, era una joven de belleza incuestionable, a sus diez y ocho años, se podía decir, que era la mujer más bella que este año había traído la compañía de las fresas.
Ni que decir tiene que los sueños de Mariachel, no pasaban por los campos de fresas, ella cumpliría el contrato y se marcharía a hacer la fortuna de su vida a la ciudad, se esforzaría en aprender el idioma lo antes posible y cuando estuviera preparada, trabajaría en el mejor bar de la ciudad, donde los clientes fueran personas de gran poder económico y algún día conseguiría que se fijasen en ella. Por supuesto que seguiría trabajando y ganando un buen sueldo, para poder ayudar a su familia, pero a aquel hombre que se habría fijado en ella, no le gustaría que ella estuviera todo el día atendiendo a otros clientes, quizás pasando el tiempo, el hombre que la amara y al que ella también amaría, se decidiría a pedirle que dejara ese trabajo y que él le buscaría un trabajo más rentable en su empresa y así tendrían más tiempo para poder vivir juntos y hacer crecer su amor. Y como gotas de viento que en la noche se mueven sin que nadie se dé cuenta, así el corazón de Marichel empezó a latir desaforadamente, acariciando un sueño que le hacía ser feliz, sin saber hasta este momento lo que era la felicidad. 1ª PARTE pepaherrero

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