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viernes, 25 de noviembre de 2011

AL PASAR LA BARCA...

Cuando el caminante cogía la revuelta de aquel camino, no podía esperar que el camino desaparecería y un ancho rio cortaría su marcha, allí en el tronco del gran árbol se encontraba el cartel que con cuidada ortografía, decía: Caminante, si has llegado hasta aquí y quieres seguir el camino, mientras llego, piensa en una historia. Si es de mi interés, te llevaré hasta tu destino, si no me gusta, te cobraré en dineros, pero si me mientes…Los cuatro jinetes que aquel día llegaron hasta allí, no parecían tener muchas ganas de contar historias y pensaron que lo mejor era pagarle al barquero y no oírlo hablar. Durante las cinco horas que tardó en llegar la barca, tuvieron tiempo de discutir, de hacer planes, y de pensar que cuando llegase el barquero…Parece que el barquero había escuchado sus palabras y aunque de diminuto tamaño, el barquero no pareció tener miedo de las aviesas miradas que sus clientes le dedicaron.
El primer jinete que le habló, le dijo: Mira barquero, te estamos esperando más de cinco horas y si nos dices sólo una tontería, te vamos a dar la paliza más grande que te habrán dado en tu vida. El segundo, fue más escueto, en cuanto estemos en tu barca, hazla volar, porque tenemos mucha prisa. El tercero, empujando al barquero, lo amenazó con quemarle la barca, si no hacía pronto y bien la travesía. El cuarto jinete, sacando de su faltriquera una bolsa de monedas, le dio dos de ellas y le dijo: Barquero, cuando yo era joven, mi padre me llevó hasta una laguna, donde un viejo barquero, le prometió que por sólo cuatro cuartos, enseguida estarían a salvo en la otra orilla. Mi padre que era un hombre muy amable, ayudó a soltar las amarras del barco y luego, trató de hacer todo lo que le pedía el barquero, pero a mitad de la travesía, empezó a soplar el viento, las olas se levantaron como si hubieran estado durmiendo y alguien las hubiera despertado de malos modos, el barquero con gran pericia llevaba el barquito hacia la orilla, mi padre en su afán por ayudar al pequeño hombre, arriesgando su vida, consiguió que pudiéramos llegar a buen puerto y cuando estuvimos amarrados y seguros, sacó de nuevo la bolsa de los dineros y dándole dos nuevas monedas al barquero, le agradeció que les hubiera salvado la vida a él y a su familia. A partir de ese momento, mi padre fue el hombre más feliz del mundo, cuando tenía un deseo, al momento se cumplía y cuando un problema se le presentaba, nada tenía que hacer, como el nudo con que ató la barquita al tronco de aquel árbol, sólo se le deshacía.
El barquero escuchó con mucha atención la historia de aquel hombre bueno y amable que mientras hablaba, trataba de ayudar al barquero en sus maniobras y cuando estaban en el centro del rio le dijo: Gracias hijo de Mohar, si tu padre era un gran hombre, sólo pudo engendrar grandes hijos, tu corazón ha salvado a tus compañeros, pero no podré evitar que la tormenta que se está acercando, haga que sus caballos caigan por la borda, los caballos llegarán a tierra sanos y salvos, pero ellos tendrán que hacer el resto del camino a pié y como no son buena gente, van a tratar de robarte tu caballo, por la noche, cuando paréis a descansar, esperarán a que te duermas, para matarte y llevarse el caballo, pero no temas, mientras duermes, los lobos vendrán a atacar a tu caballo, pero los malandrines, para no tener que andar, trataran de defenderlo, dos de ellos, serán devorados por los lobos, el otro escapará con tu caballo, pero el animal es fiel a ti y cuando menos se lo espere el malvado, lo desmontará, él tratará de detener al caballo y lo azotará, pero el caballo con su coz, lo dejará tuerto y lo único que podrá hacer el resto de su vida, será mendigar y pasar hambre, porque quien trata de abusar de un amigo, no merece mejor trato. Tú también tendrás lo que te mereces y para un hijo no hay mejor fortuna que parecerse a su padre, adiós hijo de Mohar…Y soltando de nuevo las amarras el barquero y su barca, volvieron a cruzar el rio. pepaherrero.blogspot.com

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